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El oscuro legado del movimiento #MeTooMusicosMexicanos: Una historia de denuncias falsas y consecuencias devastadoras

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Armando Vega Gil, el fundador de Botellita de Jerez

En los confines de Twitter surgió el "movimiento" #MeTooMusicosMexicanos, una cuenta dedicada a difundir denuncias de mujeres que afirmaban haber sido acosadas por músicos. En apariencia, parecía una iniciativa loable, salvo por un pequeño pero significativo inconveniente. Estas denuncias podían enviarse de forma anónima a través de mensajes privados, sin necesidad de presentar pruebas que respaldaran su veracidad.

En esencia, cualquier persona podía crear una cuenta falsa, enviar un mensaje a la cuenta en cuestión afirmando que algún músico famoso era un violador y acosador, y estas denuncias se consideraban válidas sin el más mínimo cuestionamiento. Así, los músicos y cantantes se veían sometidos a difamación mediática y escarnio público. Si alguien planteaba la pregunta obvia de "¿Cómo saben que esto es cierto?", las respuestas agresivas no se hacían esperar: "¿Cómo te atreves a cuestionar a las víctimas?", "Machirulo", "Opresor", "Violador", "Asesino", "Ojalá violen a tu madre" y otras expresiones llenas de odio. De esta manera, las denuncias y acusaciones de cualquier persona, incluso trolls, detractores o aquellos resentidos por no haber obtenido un autógrafo, eran validadas y difundidas sin filtro alguno.

Es inevitable que, en medio de tantas denuncias indiscriminadas, alguna coincida con la realidad, lo que se conoce como la falacia del francotirador. Sin embargo, se ignoraba y evitaba hablar de aquellos que eran inocentes pero cuyas vidas y carreras eran destrozadas.

Alguien desconocido desde la sombra llevó a cabo exactamente eso. Agregó a las administradoras del movimiento y les envió un mensaje privado anónimo acusando a Armando Vega Gil, el fundador de Botellita de Jerez, de ser un acosador. Sin investigar ni cuestionar la veracidad de la denuncia, estas mujeres se dedicaron a difundir sin descanso que el músico era, sin lugar a dudas, un acosador.

El problema radicaba en que Vega Gil ya atravesaba serias dificultades emocionales, y la amenaza de ser sometido al escarnio público resultó ser el detonante que lo llevó al suicidio. Ante esta tragedia, el "movimiento" reaccionó de manera aún más agresiva. Lejos de mostrar remordimiento por haber lanzado denuncias infundadas y sin pruebas, afirmaron que no era su culpa, que era un chantaje mediático y que el músico era un cobarde intentando escapar de la verdad. Lo acusaron de ser el único responsable de su propia muerte.

Si observamos a una persona parada al borde de un precipicio y, siguiendo órdenes de alguien desconocido, la empujamos, ¿quién es el culpable de su muerte? ¿Es culpa de la persona por estar en el borde, nuestra por empujarla, o del individuo que desde las sombras nos incitó a hacerlo? La respuesta es compleja y plantea una serie de interrogantes éticos y morales.

En medio de este caos, el grupo musical "Botellita de Jerez" anunció su fin, y muchas voces se alzaron en contra del movimiento feminista radical, que había llevado las cosas demasiado lejos. Incluso llegó a oídos del presidente, quien solicitó al Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) investigar todas las denuncias presentadas a través de la cuenta de Twitter @Metoomusicamx o mediante el hashtag #MeTooMusicosMexicanos. El objetivo era claro: distinguir entre las denuncias reales, que merecían atención y seguimiento, y las denuncias falsas, exigiendo que quienes lideraban ese "movimiento" revelaran los nombres de las denunciantes para que los afectados pudieran tomar medidas legales.

En medio de este turbulento escenario, surgió la cuenta Me Too Hombres, que se burlaba sátiricamente del movimiento, pero también exigía que el feminismo radical asumiera la responsabilidad de publicar acusaciones sin pruebas. En su cuenta, se mencionaba que también había hombres que sufrían acoso y se les daba un plazo de 24 horas para presentar pruebas de todas las denuncias difundidas, especialmente la relacionada con Armando Vega, o de lo contrario, se revelarían las imágenes no solicitadas que habían recibido en sus teléfonos.

El colapso emocional y la avalancha de sentimientos negativos hacia este grupo feminista radical resultaron abrumadores. Paradójicamente, las mismas personas que alardeaban de no quedarse calladas tras la muerte de Armando Vega, ahora anunciaban cobardemente el fin de su movimiento, atribuyendo la culpa al supuesto machismo imperante en el país y a la falta de comprensión hacia la libertad, el respeto y el dolor de las mujeres.

Esto no puede ser considerado como una "victoria del patriarcado" -concepto que, por cierto, carece de fundamentos sólidos-, sino como un fracaso de una ideología rancia que busca la supremacía bajo el disfraz de la igualdad y la equidad. Este movimiento ha ganado seguidores a través del fanatismo, y todos sabemos que nada resulta más lucrativo que el fanatismo ciego.

En conclusión, el oscuro legado del movimiento #MeTooMusicosMexicanos es una advertencia sobre la peligrosa propagación de denuncias falsas sin fundamentos, que pueden tener consecuencias devastadoras para la vida y la carrera de las personas señaladas. Es hora de reflexionar y buscar la justicia con responsabilidad y equidad, evitando que la indignación y el fanatismo nos guíen por un camino de destrucción indiscriminada. Solo así podremos construir una sociedad más justa y equilibrada para todos.



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